domingo, 11 de enero de 2009

Se acabó lo bueno pero... ¡qué bien me lo pasé! (2ª parte)

Vale, ya sé que hace un mes, pero más vale tarde que nunca. Os traigo la última parte de la minikdd of Doom, que tiene todavía unas cuantas anécdotas y muchas, muchas risas.

Día 3: Miércoles.

Como es normal, nos levantamos tarde, aunque hemos quedado para desayunar a eso de las 12. Nos duchamos, nos lavamos la cabeza... ¡el secador no funciona! Y yo con estos pelos, con el frío que hace. Llamamos a la puerta de la OTP original (Niki&Sou): "¿Os funciona el secador?" Hay suerte, el suyo sí funciona, aunque como todos los secadores de los hoteles, es más bien flojito. Pero al menos no pasaré tanto frío.

Tras ponernos guapas, llegamos a la hora prevista. Desayunamos unos churros con chocolate (¡qué ricos!) y acompañamos a Sin a la uni a llevar unos papeles. Está algo lejos andando, pero tenemos tiempo, así que a caminar. Craso error. Una se ha un vestidito monísimo con sus correspondientes medias con liga de silicona, y al andar no hacen más que caerse. Tenemos que parar cada cinco minutos para subirme las medias. Voy haciendo el cuadro xD. Pero por fin llegamos, Sin hace lo que tiene que hacer, yo sigo peleándome con las medias, y tenemos que irnos porque hemos quedado para comer con Mandarina. Por el camino, las obligo a parar en una cafetería. Vamos a llegar tarde, pero qué se le va a hacer. Por suerte, en las peatonales, las tiendas están abiertas, así que entro en Etam y ni corta ni perezosa me dispongo a terminar de una vez por todas con mi problema de medias. Me compro un liguero y me lo llevo puesto. Ahora estoy mucho más sexy xD.

Por fin, recogemos a la última loca que faltaba y vamos a comer. Lo hacemos en un Wok, algo que yo no había probado nunca, la verdad. Pero he de reconocer que me ha gustado, a pesar de que no sabía ni lo que cogía, jeje. Luego, con toda la tarde por delante, nos vamos a una tetería. La verdad es que es monísima, y tienen infinidad de tipos de infusiones, batidos naturales, etc... que además están muy ricos. Allí, con la iluminación tenue del local, desatamos nuestro furor fotográfico, y salen fotos de todo tipo. Tras un buen rato, aunque sin muchas ganas, salimos dispuestas a conocer el sitio donde Sin pasa sus ratos de estudio, digo, de clases. El famoso Convento encantado xD.

Cuando llegamos, esperamos a Sin en una cafetería cercana, algo cutrecilla, pero que cumple bien su función. Ella reaparece acompañada de una amiga, que se une a la excursión de locas como si fuera una más. Somos contagiosas, jeje.

Ahora que ya estamos todas, decidimos pasear hasta la estación de tren, y parar en unas cuantas tiendas por el camino. Hay que aprovechar. Compramos alguna cosilla, y en el trayecto, Mandarina descubre que ¡ha perdido un guante! Regresamos sobre nuestros pasos, aunque sin demasiada esperanza. Pero tenemos suerte, y encontramos el guante ¡en mitad de un paso de cebra! Bueno, no pasa nada, está algo sucio pero lo hemos recuperado. Cuando por fin llegamos a la estación, o más bien al centro comercial en el que está la estación, decidimos jugar unos bolos. Es divertido, soy la única que sabe jugar, y aunque me esfuerzo por enseñarles cómo se hace, pasan de mí totalmente. Qué raro xD. Por supuesto, gano yo, pero lo importante es que nos hemos reído de lo lindo viendo las posturitas que poníamos, jajaja.

Lo malo de la partida es que nos hemos quedado las últimas, lo que significa que es tarde y no hay nada abierto donde poder cenar. Así que, ni cortas ni perezosas, decidimos coger mi coche e irnos hasta Torremolinos, a ver qué encontramos abierto por allí. Dejamos nuestro destino en manos de la Tomtona, que no deja de hablarnos "¡Atención, radar camuflado!", "¡Atención, control de alcoholemia!", menudos sustos, por Dios. Pero por fin llegamos, y entramos en un kebab. El único sitio donde poder sentarse es: ¡la cristalera! Y además mirando hacia la calle, como si fuéramos maniquíes en un escaparate. Una experiencia fascinante, eso de comer mientras todo el que pasa te mira... Incluso pudimos ligar, no os digo más xD. Por fin, ya con el estómago lleno, dejamos a Sin en casa y, para variar, la Tomtona hace que nos perdamos antes de encontrar la carretera de vuelta al hotel. Y encima, cuando llegamos, me meto en dirección contraria (no encontrábamos cómo entrar, qué raro) y acto seguido vemos pasar un coche de policía que parece que se apiadó de nosotras e hizo como si no nos hubiera visto... ¡Menudo fin del día!

Día 4: Jueves.

Último día. Se hace difícil recoger las maletas sabiendo que en mucho tiempo no volveremos a vernos. Hemos quedado en el sitio de siempre, pero decidimos cambiar de planes y cambiamos la cita. Estamos en un bar enfrente del hotel, donde desayunamos muy bien y muy tranquilas. Todas estamos tristes, sabemos que son los últimos minutos juntas. La OTP decide que en lugar de irse en tren, se vuelve con nosotras en el coche. La despedida es amarga, ninguna quiere irse, pero no queda otra. Hay que volver a la vida real. Muchos besos, abrazos, incluso alguna lágrima contenida (¿eh Sin?).

Para mí, que soy la que más lejos está de casa, es como si me arrancaran el corazón a trozos. Primero dejo a Sin y Mandarina (aunque no pudimos despedirnos, ella sabe que la tenemos en el alma); luego, al llegar a Sevilla, dejo a la OTP original (os quiero, cabronas); y por último, pero no menos importante, dejo a la Cabrona Mayor de Reino en Mordor (tú sabes que eres muy importante para mí).

Me esperan otras ocho horas de viaje sola hasta mi casa, y dejo atrás, con cada una de las locas, un trocito de mí misma. Incluso lloro, he de reconocerlo. Les he cogido mucho cariño (más del que ya les tenía) ahora que las he conocido en persona. El viaje de vuelta es un horror. No sólo porque estoy más sola que la una, sino porque el sueño se me echa encima. Tengo que hablar por teléfono con mi novio para no dormirme. Pero al fin, a las cinco de la madrugada, llego a mi casa. Estoy molida, pero ha merecido la pena.

¡Sois unas cabronas adorables! ¡Os espero en la próxima!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cuéntame lo que quieras, pero con educación please