Yes, we can

Foto: EFE

Es la frase del momento. La frase que durante meses de campaña, ha sido la más dicha, cantada o escrita en EE.UU. y en el mundo. La frase de la esperanza y la fe en un país mejor, en un mundo mejor. Es ya, una frase que ha hecho historia, pues no sólo ha llevado a la Casa Blanca al primer Presidente negro del autodenomidado mejor país del globo, sino que ha hecho ver a los demás paises que los americanos, a veces, son capaces de hacer las cosas bien.

Obama es, en sí mismo, un rayo de esperanza. Esperanza en su propio país para los más desfavorecidos y las minorías, que tienen en él un espejo en que mirarse. Esperanza para sus tropas en Oriente Medio (para nosotros Próximo), que tal vez en poco tiempo puedan volver a casa. Esperanza para el mundo, pues ha prometido cambiar su política exterior.

Hoy, todos debemos estar contentos por dos cosas: la primera, porque ya era hora de que el enrevesado sistema electoral de los americanos saltara por los aires para que, sin lugar a dudas, quien más votos tiene sea Presidente. Es una victoria del pueblo americano, y de la democracia. Y la segunda, porque tras años de despotismo y mojigatería, los conservadores, con Bush a la cabeza, se van para dar paso a un soplo de aire fresco y de claridad (al menos eso es lo que ha prometido).

¿Y qué me importa a mi quién sea el Presidente de los EE.UU.? - dirán algunos. Pues a mi si me importa. Nos guste o no, EE.UU. es un peso pesado política, económica y militarmente hablando. Lo que ocurre allí nos repercute a todos en éste mundo globalizado a todos los niveles, y si no sólo hay que ver el detonante de la actual crisis mundial (aunque no sea el único motivo, claro). Quien no se da cuenta de ésto, vive en los mundos de Yuppi, por lo menos.

Por eso hoy estoy contenta. No diría feliz, porque quizá sea demasiado. Pero estoy contenta y esperanzada. Hoy el mundo es mejor. Para todos. O al menos, quiero creerlo.