Mi nuevo trabajo (llevo ya ocho meses, y parece que fue ayer) me ofrece muchas anécdotas. A pesar de ello, llevo cinco meses sin escribir un post - vaga que es una -. Pero hoy, repasando en mi timeline twitero lo que algunos de los que leo más asiduamente han escrito en días pasados (lo cierto es que estoy muy desconectada, incluso de twitter), he llegado a un post escrito por
@uriondo en su blog en el que hablaba del estancamiento de ventas del iPhone en España. Lo que me ha llamado la atención, aparte de su análisis, ha sido una frase respecto al hecho de que Symbian siga siendo líder en ventas:
"Una prueba más de que el grueso de los españoles no lee más noticias que las del corazón y sigue cogiendo lo primero que el dependiente les pone en las manos."
Y me ha llamado la atención porque tiene razón. Y si no es el dependiente, es el amigo/familiar/compañero-que-entiende que les ha recomendado tal o cual aparatejo.
Y es que, aún pudiendo pecar de prepotente, no todos los que están detrás de un mostrador en tiendas de telefonía saben de lo que hablan. De hecho, somos una inmensa minoría los que sabemos algo. Pero la mayoría de las veces nos sirve de poco, pues cuando un cliente que sólo usa el móvil para llamar quiere un Samsung Galaxy S porque "es lo más, que se lo ha dicho fulanito" y tú intentas explicarle que para su uso es excesivo y además para que le salga al precio que quiere (el más barato, of course) tiene que contratar una tarifa muy cara que no va a aprovechar, encima te miran mal y se van a la competencia que les dice lo que quieren oir. Luego, unos meses más tarde, vienen a verte porque resulta que su tarifa es excesiva (ya se lo habías advertido, pero es que querían un súpermóvil gratis o casi gratis) y tal o cual trozo de carne tras el mostrador de la competencia no les explicó los costes añadidos... Y toca tragar, porque es tu trabajo. O casi.
Y es que, tras unos meses en este puesto, algo que ya sabía se ha mostrado ante mí en toda su cruda y enorme realidad: en este país la inmensa mayoría de la gente sólo quiere un móvil gratis o muy barato, eso sí, a ser posible el último modelo y con una tarifa de risa. Ja. Me parto. Va a ser que las empresas de telefonía son ONGs y yo no me había dado cuenta.
Luego está el espécimen que quiere un smartphone (es que es guay) pero sin internet. Que ya tiene intené en casa y en el trabajo, y oiga usté, pa qué vi a querer yo más intené. Almadecántaro. Pues nada oye, se lo vendes. Al menos en Yoigo la tarifa de internet no es obligatoria ni te la meten doblada sin que te enteres. Eso sí, en mi caso, procuro explicarles bien lo que supone, que si no aprenden a usar bien su terminal puede salirles caro, etc. etc. Que me cansan los lloriqueos posteriores, así que al menos mis clientes están informados de antemano y yo siempre puedo decir, sin temor a equivocarme, "te lo advertí". A otro perro con ese hueso, vamos.
Lo bueno del caso es que no me va mal. La mayoría de mis clientes están contentos y agradecen que les deje todo claro de antemano, supongo que porque no están acostumbrados a ello. Y yo contenta porque hago mi trabajo lo mejor posible pero sobre todo sin engañar a nadie. Y que dure!